¿Mereció la pena?

¿Mereció la pena?


Y me quedo helada. Después de mil preguntas, esa es la única pregunta que puede cerrar la herida.


Los emprendedores dirán, que había que arriesgar, los valientes, dirán un sí rotundo, pero los cobardes te mirarán a los ojos, y dirán que no…


Pero los dos sabemos, que cuándo me rompías para siempre, poco o nada importaba yo.


Fuiste tú, eres y serás.


El perdón sólo libera al que lo verbaliza, no al dañado, entendamos esto de una puta vez.


El arrepentimiento no redimide, que gran mentira…


Si miraron para otro lado, cuándo llorabas a mares, cuándo te arrebataron la dignidad y la ilusión, el perdón solo les favorece a ellos.


El perdón si no va acompañado de redención, es una pompa de jabón cayendo en cualquier lugar, se pierde sin más.


Sólo duró unos instantes…


Me curé sola, la herida que solo tú decidiste que merecía.


No perdí el tiempo en juicios de valor, lo invertí en coser el escudo de mi pecho, que había abierto a tirones, para que pudieses caber.


Porque tú único encanto fue, que yo creí,que podías ser el que no me hiciese daño.


Pero una vez más, me hiciste más fuerte y aprendí un poquito más…


Me dañan si lo permito, sangro si decido no tapar la herida y lloro…


Lloro porque sé que tengo que seguir buscando, porque ahí no era.


Cambio y corto!


Sobre(viviendo)

Nunca vuelve la misma persona que se marcha de viaje, jamás.

Por eso, es que no debemos olvidar, que hay que reservar las lágrimas, para los que no han podido estar, no para los que no han querido estar.

Este matiz, lo cambia todo.

Me marcho llorando, igual que vine, pero por motivos muy diferentes.

No sé cuánto me durará la valentía, pero me voy concienciada, que sobrevivir, no es una obligación, es un logro, una proeza y toda una hazaña.

Me marcho sabiendo, que puedo perderme en mitad de una jungla en el Atlántico y encontrar el camino de vuelta, yo sola.

Me marcho, siendo capaz, de liderar toda una caravana de coches, en mitad de una tormenta, con seis dioptrías en cada ojo, medio metro de visibilidad y con la única compañía de los mejores éxitos Pop en Español, de Spotify.
También lo he conseguido.

¡Brave Woman! -me chillaban.

Me marcho, habiendo superado, un puente de una altura de doce plantas y 40 cm de ancho, sin necesidad de que nadie me cogiese de la mano. Esta vez, no podrán tirarmelo en cara. Ni reírse de mis miedos, soy la única que puede hacerlo.

He caminado por túneles enfangada de lodo hasta las rodillas, creyéndome la depredadora más fuerte del medio.

He tenido la poca vergüenza, de enseñar mi Titulín del Mediterráneo y que me dejasen conducir una lancha, en mitad de un océano revuelto.

Las solteras de casi cuarenta, estamos hechas de otra pasta, se nos ha ido el miedo y la vergüenza.

Sólo nos quedan ganas, de todo y más.

Hemos aprendido a coger todos nuestros miedos e inseguridades y tejer un chubasquero de fortalezas, para los que vienen detrás.

Soy muy consciente, de que siempre habrán nuevas batallas que librar, pero cada arruga de experiencia, me recuerda,  primero, que no debo olvidarme de la crema de noche antiarrugas, y segundo, que si confío en mí, puedo y lo haré.

Soy la única persona que no va a fallarme en el mundo.

Volvemos al viejo continente.

Cambio y corto.



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